A Dios, maravillos y eterno,..no al de las religiones, sino al Dios de amor y luz, fuente permanente de creación y gloria...

Cuenta la historia, de un hombre excepcional, que, entre otras cosas, despreció siempre los bienes materiales y demostró en toda su vida una consecuencia enorme con su fé en Dios...de alguna manera, su oración humilde y sencilla, reune en sus anhelos, la vocación de ser un hombre de Dios...sin apellidos, marcas, nombres, títulos ni nada...un hombre de Dios reconocible por sus obras y no por sus atuendos o sus diplomas...un hombre que nos hace sentir que hay un Dios y que estar a su servicio, es estar al servicio de nuestros hermanos...y que ellos, no son otros que todos quienes nos rodean, sin distingo alguno de clase, religión, color o sexo...
Me permito transcribir mi interpretación de una oración maravillosa que quisiera hacer mía en cada momento de mi vida:

Dios: haz de mi un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, ponga yo amor...
Donde haya ofensa, lleve yo el perdón...
Donde haya discordia, lleve yo la unión...
Donde haya duda, lleve yo la fé...
Que donde haya error, lleve yo la verdad...
Donde haya desesperación, pueda yo llevar esperanza...
Que donde haya tristeza, ponga yo alegría...
Donde haya tinieblas, lleve yo tu luz.
Oh, Señor:
Concédeme que no busque yo ser consolado, sino, consolar...
ser comprendido, sino, comprender...
ser amado, sino, amar...
Porque: DANDO SE RECIBE, PERDONANDO SE ES PERDONADO Y...
solo muriendo, se vive.

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