Los amores verdaderos


Si se mira con atención la fotografía que incluyo, es facil apreciar que, el momento capturado, refleja la armonía, la cohesión, el cariño inmenso y la buena onda que imperan en mi Familia.

En ese momento, estabamos a unos 3.600 m. de altura, al ladito de la laguna Piuquenes, en la cordillera central...fueron instantes inolvidables.

Pero, no es ese el tema que motiva estas palabras sino el invitarles a reflexionar respecto de lo que son los amores verdaderos...

Debo expresar una suerte de premisa o, más ambiciosamente, una tesis, que pretendo demostrar en el desarrollo de esta nota:



- Los amores verdaderos son los motores que nos mueven en la vida, son el combustible hiper poderoso que nos impulsa hacia adelante, que nos permite superar el cansancio, la enfermedad, el hastío, el mal tiempo y cualquier otra cosa que se pueda oponer al sueño de seguir amando a quienes amamos y de seguir haciendo de esos amores las verdaderas obras de nuestra vida.


Volviendo a la imagen, quiero contar que, en ella, están mis tres hijos, su Madre y yo.

El mayor de ellos, Fernando, ya cuenta 20 años y es músico (baterista), tatuador y, además, trabaja de lunes a viernes como operador de sistemas en una plataforma de seguridad informática. Le sigue Tammy, con casi 17 años, hermosa por dentro y por fuera, cariñosa, de gran sensibilidad y con un don de empatía francamente envidiable. Cursa su segundo año de educación media y sueña con dedicarse a la fotografía. Después viene Gabriel quien ya bordea los 14 años y se dedica a su afición favorita: ¡Pasarlo bien! Bicicleta, piscina, gimnasio, amigos del pasaje, amigas del mismo lugar y de otros, reggetón, hip hop, lucha libre, automóviles y otras hierbas que, en la medida de lo posible, le alejen cuanto se pueda de cualquier cosa parecida a estudiar...en fin. Sincero, sensible, amistoso a más no poder, tranquilo, de sonrisa facil y mi Compañero fiel en el día a día y en la aventura.

La Mamá de estos tesoros preciosos, Paola, con todas las virtudes de sus hijos y algunos defectos de sus padres (me va a odiar cuando lea eso), es de esas mamás "aperradas", trabajadora incansable al punto de malcriar a los nenes a punta de regaloneo...en casa, las hace todas y un poco más.

Hasta allí, todo bien.

El asunto cobra un brillo especial, cuando comienzo a explicar que, Paola y yo, nos separamos en enero del año 2000 y que, hoy, seguimos en esa condición, es decir, ya cumplimos 9 años de separación.

En este período, hace ya unos 3 años, que hemos vuelto a vivir bajo el mismo techo, conservando nuestra independencia de maniobras (diría un marino amigo), movidos precisamente por el amor a nuestros hijos...que no se malentienda: no es que simulemos ser una pareja feliz. Nuestros hijos y cercanos, saben muy bien que, ella y yo, no somos pareja y eso está perfectamente entendido y asumido.

Conseguimos un ambiente muy constructivo, aunque no ausente de eventuales diferencias pues, no dejamos nuestra condición de humanos lo que, naturalmente, complica a veces el convivir en un mismo inmueble; pero debo decir que han sido siempre cuestines muy menores.

Se conversa mucho y largamente...se habla todo, de todo...nos reimos demasiado, comemos de la misma forma... nos emocionamos, compartimos lo que nos pasa a todos durante el día... disfrutamos del nido con mucha satisfacción y humildad... damos gracias por las mismas cosas y esperamos todos, lo mejor de la vida, para cada uno de los demás...

Nos mueven los amores verdaderos.
Es que, no debemos detenernos en pequeñeces. La vida es tan corta; los actos de amor, tan escasos, al igual que las buenas intenciones y los buenos deseos hacia los demás.
Dejemos que los verdaderos amores nos muevan... no detengamos el poder maravilloso que tienen... no tengamos miedo de ser felices... rompamos los paradigmas que lastran nuestro espíritu, salgamos de la caja y atrevámosnos a amar...
En este contexto, solo queda esperar que nosotros, los papis de esta historia, reconstruyamos nuestras vidas de pareja con personas que comprendan nuestra realidad y que vean en ella una garantía de nuestra capacidad de amar... y de ser consecuentes con ese amor.
No es urgente. Ocurrirá. Ya hablaré más de eso.
Abrazos.

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